Turismo del Campo de Gibraltar

Saca del Corcho P.N Alcornocales

En el Parque Natural de Los Alcornocales, durante el verano, para que el árbol sufra lo menos posible, se realiza la saca del corcho, dejando desnudos los alcornoques. El descorche o pela es la actividad forestal más característica del alcornocal. La operación se repite en cada alcornoque cada nueve años, tiempo suficiente para que el árbol regenere su corteza protectora. Además de servir como tapón para botellas de vino de todo el mundo, en la zona podrás adquirir diferentes productos artesanos realizados en este material, como enseres para el hogar y monederos.

Esta actividad se desarrolla principalmente en la Finca La Almoraima y Finca de La Boyal de Castellar de la Frontera.

En el descorche intervienen varios profesionales. De ellos depende la vida futura de los alcornoques, pues los cortes o arranques de la capa madre suponen la vía de entrada para enfermedades y plagas que traen consigo la pérdida de vigor vegetativo e incluso, la muerte. Estos son Los Corcheros, los "arrecogeores" y los arrieros, estos últimos transportan las corchas en sus mulos.

Sabermas

El descorche o pela es la actividad forestal más característica del alcornocal. Aunque los usos del corcho se remontan a la protohistoria, el descorche sistemático de los alcornoques no tiene más de 150 años, cuando los empresarios catalanes contrataron estos montes para tal fin, ya que la producción del noroeste de la península ibérica era y es bastante escasa en comparación con la de los bosques andaluces. Sin embargo, a pesar de su antigüedad, apenas ha cambiado desde entonces en la forma de ejecución, y por eso sigue siendo una actividad social generadora de varios cientos de miles de peonadas al año.
Se realiza cada nueve años aproximadamente entre las fechas del 15 de junio al 15 de agosto, dependiendo de las condiciones climatológicas del año en cuestión. Esta operación se realiza en verano porque es cuando el árbol presenta un mayor crecimiento. Así, el corcho puede desprenderse con facilidad de la casca y se producen pocos daños en los tejidos vivos por arranques o cortes indeseados. En otras épocas del año, el crecimiento no es tan acelerado, y el corcho «no se da», en castiza expresión de los lugareños.
Pero el descorche como tal requiere de una serie de trabajos previos a los realizados propiamente durante el verano. Antes, es necesario abrir las vías de saca o arriería, o sea, los caminos por donde los mulos cargarán con el corcho desde todos los lugares de la finca hasta el «patio» de corchas en donde se pesa y apila en espera de su transporte definitivo hasta la fábrica. Paralelamente a este trabajo, es necesario desbrozar una zona de 2 o 3 metros alrededor del tronco del alcornoque, son los llamados suelos o ruedos, efectuados con una doble finalidad. Por un lado, facilitar el trabajo de los corcheros, por otro, proteger al árbol del fuego en el momento en que se encuentra más vulnerable, el año en que se encuentra completamente «desnudo».
Los primeros en entrar en acción son los hachas o corcheros. De su buen hacer depende la vida futura de los alcornoques, pues los cortes o arranques de la capa madre suponen la vía de entrada para enfermedades y plagas que traen consigo la pérdida de vigor vegetativo e incluso, la muerte. Desgraciadamente, cada vez son más escasos los buenos profesionales, aunque en la actualidad existen programas de formación y la obligatoriedad de adoptar en fincas públicas «novicios» o aprendices para asegurar la pervivencia de buenos corcheros en el tiempo.
Una vez extraída la corteza del tronco, los recogedores o «arrecogeores» apilan las planchas de corcho y, sobre sus espaldas, las transportan hasta pequeñas pilas junto a las veredas donde puedan llegar fácilmente los mulos. Los arrieros transportan en mulo el corcho desde las pilas de monte hasta el patio de corchas, situadas junto a una carretera o una buena pista forestal apta para el tránsito de camiones. Allí el corcho es pesado en la cabria, un artilugio consistente en tres largas patas de madera o metal, unidos o atados en su parte superior y donde se coloca la romana, un antiguo pero preciso peso usado aún en tareas agroforestales.
En el peso suele haber como mínimo dos personas, se trata de los fieles, uno de ellos por parte del productor y otro por parte del comprador, que anotan las pesadas para que no haya lugar a malas interpretaciones posteriores. Ya cuantificado, el corcho se apila con cuidado para que no se rompan o deformen las planchas y se produce una primera clasificación entre corcho segundero, de mejor calidad, procedente de árboles descorchados más de una vez, y corcho bornizo, provenientes de árboles primerizos, de menor calidad y nunca taponables.
Otros profesionales intervienen en las cuadrillas de descorche: el capataz o manijero, como responsable de toda la operación, el aguador, el cocinero, o el rajador, cuya misión es la de trocear las panas de corcho para que no se deterioren durante su traslado en los mulos y tengan un óptimo aprovechamiento comercial.

 

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